Hacía ya tiempo que me rondaba la
idea de tener mi propio huerto en casa. Había leído acerca de la moda estadounidense
de plantar verduras y hortalizas en las azoteas de los edificios, o sobre
restaurantes de cocina de autor que cultivaban ellos mismos algunos de los alimentos
que luego servían. Incluso había oído hablar de pequeñas parcelas, en el
extrarradio de Madrid, donde la gente pagaba un alquiler y cultivaba toda clase
de hortalizas para autoconsumo. Alquilar trozos de tierra ‘muertos de risa’ y
darles uso me parece una genial idea, así que cuando mi amiga Helena me comentó la posibilidad de
hacer un taller de huerto ecológico urbano
en su Handmade Lab, le dije “sí” con
los ojos cerrados.
De momento, mi jardín comestible es lo
que se llama ‘un proyecto de’. Parece que lo que plantamos en el taller crece a
buen ritmo. Por lo menos, así es en mi caso. También hay que decir que mis
hortalizas las tengo a buen recaudo (emoticono de guiño). Como digo, es un
‘amago de’ huerto ecológico en casa
(también valen balcones, terrazas, azoteas y zonas interiores con sol). Si lo
que he plantado prospera, me pensaré el continuar de modo más serio en una parcela
de tierra a la que quizá tenga acceso. Llevará más tiempo y dedicación, pero
seguro que merecerá mucho la pena.
En cuanto al tema de la alimentación
ecológica, recientemente una universidad estadounidense de renombre publicó un artículo de investigación en el aseguraban
que los alimentos orgánicos (o ecológicos) son tan sanos como cualquier otro. El
tema levantó revuelo durante una
semana. En resumen, decían que la única diferencia entre los alimentos
ecológicos y los demás era que los primeros son más sabrosos que los segundos.
Mi cara al leer dicha noticia fue todo un poema. Y más cuando el profesor que
nos dio el taller, Juan Carlos Bresol de Mercatrémol,
nos contó que a las manzanas, por ejemplo, se les da hasta veinte baños de
pesticidas una vez recogidas ¡Y que se les da incluso CERA! Ahora entiendo
porqué las manzanas verdes brillan tanto.
Si estáis interesados en comprobar
vosotros mismos las diferencias entre un alimento ecológico y otro normal, os
dejo aquí algunos de los sitios que conozco en Alicante donde venden este tipo
de productos: ALDI (San Gabriel y
detrás de Decathlon), un pequeño supermercado de “todo ecológico” en la calle Ángel
Lozano y en la calle Crevillente, por la Avda Xixona, tenéis Mercatrémol (aquí hay que hacerse socio
para poder comprar, pero podéis seguir la página por f-book). Eso sí, los precios no son baratos, aunque por echar un
vistazo no os cobran. Yo comprobé por mi misma el aspecto tan diferente que tienen
las frutas y hortalizas ecológicas. El sabor ya os lo contaré más adelante. De
momento, aquí os dejo algunas de las fotos que muestran la evolución de mi pequeño
jardín comestible.
¡Quién iba a decirme a mí que acabaría
haciendo Nuigurumi! Que, ¿qué es eso? Bien, intentaré hacerme
entender un poco.
Lo primero que yo conocí fue el Amigurumi.
Fue el año pasado. Y lo conocí no porque me pusiera a practicarlo, sino porque
mi amiga Helena, quien es una crack del DIY (Do-it-yourself o hazlo tú mismo),
se pasaba el día que “si Amigurumi por aquí, que si Amigurumi por allá”. Ella ha
organizado ya varios encuentros nacionales de amigurumi en Alicante, Madrid y
Murcia. Aunque no sólo se dedica a esto
en su tiempo libre. La señorita Helena Vicente hace de todo: desde tejerte una
súper bufanda hasta prepararte unas deliciosas cupcakes o una tarta de
galletitas oreo, mi favorita; la cual, por cierto, es capaz de ¡resucitar a un
muerto! Y no exagero en absoluto. ¡Ah, bueno!, Helen también hace pan.
Retomemos. Para poneos en situación,
el Amigurumi es una antigua técnica de origen japonés mediante la cual se tejen
adorables muñequitos empleando agujas de crochet, es decir, ¡haciendo
ganchillo!
En el Nuigurumi, en cambio, se utilizan telas y se cose,
preferiblemente, a máquina:
Aquí en Occidente, el Amigurumi y el Nuigurumi
se han convertido en un auténtico hobbie o pasatiempo desde que el DIY se
convirtió en tendencia mundial y lo craft
(lo artesanal) se puso de moda. Créedme si os digo que en youtube podéis
encontrar videotutoriales para hacer casi de todo; desde confeti hasta las instrucciones de cómo hacer un cojín monísimo a partir de una camisa vieja. La
cuestión es reutilizar (máxima de Helena).
En Japón, sin embargo, el Amigurumi (sobre
todo) constituye una tradición cultural cargada de significado. Los amigurumis
no son simples monigotes graciosos. Para los japoneses cada uno de estos muñecos
posee un “alma”. Esto no lo digo yo, sino wikipedia. Y, según he leído, es bastante
común encontrarlos en el lugar de trabajo o en casa a modo de adorno o recordatorio: respira, sonríe, pausa, come, "mañana será otro día", ¡arriba ese ánimo!, no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, etc.
Mi "obra de arte" aún está por bautizar
Si queréis que os diga la verdad,
cada vez que miro la ballena que hice el sábado me sale una sonrisilla. La confeccioné mediante la técnica del Nuigurumi. Y ¡para nada! me veía yo creando estas
historias. No soy muy crafty girl que digamos. Pero si es verdad que estos
bichejos tienen un “alma”, bienvenida sea si cada vez que miro mi “obra de arte”
(la ballena azul y blanca de la foto de abajo) esbozo una medio sonrisa :)
Me quedó graciosa, ¿verdad? Aunque
tiene alguna que otra tara, pero ya me encargué yo de sacarle el punto positivo a eso.
Lo que pasa es que tengo que coserle bien la cola ¡Da pena ver el poco arte que
tengo con una aguja en la mano! El resto del muñeco está bien, gracias a Amparo, la
profe del taller de nuigurumi. Tuvo mucha paciencia conmigo y cosió a máquina
el resto de mi ballena. Si llego a coger yo la máquina de coser, probablemente
ahora no podría escribir porque tendría varios dedos magullados. No sé si
alguna vez habéis utilizado una máquina de coser, pero a simple vista no parece
NADA fácil su manejo. Durante el taller, mis compañeras y yo comprobamos que
las máquinas de coser también tienen alma. Y si no les lanzábamos piropos no funcionaban. Yo no me acerqué a ninguna, por si acaso. ¡Quizá a la próxima! ;)
Bea y su ballena de Amigurumi (gemela a la mía)
Para todos aquellos interesad@s en conocer más sobre el mundo craft o en hacer algún taller o curso de este tipo de manualidades, no tenéis más que hacer click en los siguientes enlaces y echar un vistazo:
Os aseguro que da igual que tengáis o no habilidad para crear cosas con vuestras manos. Si yo pude hacerlo (con mucha ayuda, ¡todo hay que decirlo!), cualquiera puede. ¡Feliz semana!
“¿Sobre qué puedo escribir? ¿De qué hablo en mi primer post? ¿Elijo un
tema de actualidad? Y si cojo algunos de
esos discursos que tengo aparcados en mi cabeza desde hace tiempo y los
comparto …” Vale, vale, ¡no soy yo! Es mi cabeza
empezando de nuevo con sus monólogos.
¡Ya está! ¡Lo tengo! Mmmm …. Voy a hablar de eso que ahora los mandamases
de la Unión Europea (UE a partir de ahora) llaman "pacto de crecimiento". Resulta
que recientemente se han dado cuenta de que si a los países se les aprieta el
cinturón en la última hebilla, éstos corren el peligro de morir asfixiados. Es
decir, ahora podríamos decir que al ya más que oído paquete de salvamento
económico (compuesto de austeridad, austeridad y austeridad), le añadimos
un flotador llamado Pacto de Crecimiento. El resultado es un kit de supervivencia formado por un
Pacto de Austeridad, cuyos componentes ya todos conocemos, y un Pacto de Crecimiento
que aún está por detallar. Lo de siempre, empiezan a surgir
ideas-parches-tiritas: que si implicamos al Banco Europeo de Inversiones, que si
flexibilizamos la política del Banco Central (BCE), que si eurobonos, que
si Tasa Tobin. Oyendo todo esto estaremos un tiempo, mientras algunos países
comienzan a ponerse rojos. Pero no rojos de ira, sino rojos de asfixia, rojos
por falta de aire, rojos porque no puedan desabrocharse el cinturón que tanto
les apreta.
En fin. Este tema da para mucho. Así que puede que lo retome en un
próximo post. De verdad que a veces no entiendo cómo el país que estornudó
primero (EEUU), y que hizo que todos nos constipásemos, puede endeudarse hasta
límites insospechados y no tener unos parámetros económicos tan tétricos como España.
La razón creo: las diferencias de base entre el BCE y la Reserva Federal
Estadounidense. Sus objetivos son diferentes. El primero se ocupa básicamente de
la inflación, mientras que el segundo vigila tanto la inflación, como el paro, como
el crecimiento. Pero, como ya he dicho, este no es un tema en el que quiera
entrar ahora. Así que voy a cerrar mi primer post con el vídeo que le da
sentido al titular del inicio.
Sí, ya sé. Empiezo con una idea, un video que me he encontrado por ahí
de automotivación el cual me ha encantado, y acabo yéndome por los cerros de Úbeda hablando de cosas muy diferentes.
El spot publicitario que verás
ahora es de esos que le transmiten a uno muy buen rollito desde el principio. De esos
con un no sé qué, que te hace sentir que puedes cambiar muchas más cosas de las
que piensas con simplemente proponértelo.
Aquí va. Se titula, “The Holstee Manifesto: Lifecycle Video”. Salen bicis,
¡sí lo sé!, pero para mí las bicis aquí no tienen un significado material. Yo
las asocio al mensaje que hay por detrás. Cada uno le sacará una lectura diferente. Yo
ya tengo la mía.